miércoles, 26 de marzo de 2014

Nos movemos


El afán de conocer es un principio innato al género humano, ya sea por supervivencia o por el simple hecho de saber, del placer de saber, todos tendemos a conocer movidos por un interés interno que nos precipita hacia la curiosidad, conocer lo que le ocurre a nuestro vecino, conocer el sofisticado orden de las hormigas, el crecimiento vegetal y los ciclos estacionales, la historia de las civilizaciones, la evolución del lenguaje……, conocimiento científico o coloquial, sea como fuere, es la necesidad de gobernar nuestro lugar en el mundo lo que nos mueve a protegernos a partir del conocimiento.

Cultivar lo salvaje es una aspiración eterna que el género humano siempre ha buscado y busca, lo incontrolable, lo desconocido, las conductas imprevistas, el desarrollo natural… surgen en cualquier situación, cualquier lugar y ahí estamos nosotros para imponer nuestro orden según unos patrones preestablecidos, incluso nos atrevemos a explicar lo inexplicable a partir de versiones de la realidad aun a expensas de equivocarnos sin pensar que entre la opciones está la de no dar respuesta. 

Lo desconocido y cercano, lo conocido y lejano, lo conocido y cercano…, aproximarnos a nuestro entorno debería de ser una aspiración de todos, tener la inquietud por hacer y hacernos preguntas para buscar respuestas.

Jugar con las palabras, aplicar los fonemas a otros significados, a otros proyectos buscando una estética particular, esto es galabardera. Galabardera, rosa canina, escaramujo, rosal silvestre…., son los múltiples nombre que recibe esta especie vegetal, esta planta, que adoptamos como madrina de nuestro proyecto,  una mirada particular a nuestro entorno inmediato para proyectarlo al mundo exterior.



Escaramujo fruto de la galabardera


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